jueves, 29 de agosto de 2013

Vivir... Esa gran batalla



Porque vivir se convierte con demasiada frecuencia en algo difícil de llevar. Porque la vida pide pelea y tu día a día pasa a ser una batalla diaria por sobrevivir, por salir adelante. Cada anochecer,  lleno de esperanza, cierro los ojos imaginando un mejor amanecer.

Pero la salida del sol no es más que el sonido del cuerno que apunta el inicio de otro conflicto bélico para el que cada vez mis fuerzas están más menguadas y mis armas más desgastadas.

Llevo pocos soldados acompañándome en la guerra y algunos están también cansados de ver mis heridas. Mas no puedo rendirme. Esta batalla no admite rendición, porque no hay vencedores ni vencidos más allá del propio orgullo. Sentirse hundido ahora para hincar después el pie con fuerza en el suelo y coger impulso. Levantarse, soltar un grito de guerra y lanzarse de lleno contra todas las dificultades que ayer parecían insalvables y hoy, aún sin haber cambiado su calificación, dejan de ser invencibles para convertirse en vencidas.



Y sin embargo, tu abrazo nunca sobra y me gusta llevarte en mi batalla.

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