miércoles, 26 de agosto de 2015

Un mes entero sin quejarte

Thierry Blancpain y Pieter Pelgrims eran amigos desde hacía años. 

En 2010 tuvieron la idea de "dejar de quejarse durante un mes". No sabemos si la idea partió de alguna de esas grandes discusiones sobre la vida, sobre la suerte o sobre el mal día que te ha tocado tener, pero el resultado fue un propósito que pronto se convertiría, aún sin ellos saberlo, en su nueva forma de vida: afrontar los acontecimientos del día a día sin quejarse.

El proyecto parece que tuvo éxito, una extraña felicidad se apropió de sus vidas durante ese mes, así que decidieron repetirlo al año siguiente. 

En 2014 preguntaron a algunos amigos si les apetecía unirse al proyecto. Al comprobar que los amigos sentían esa misma (y extraña) felicidad fruto de algo tan sencillo, en 2015 abrieron incluso una web para hacer pública la iniciativa. Recibieron casi 2000 solicitudes para unirse al proyecto.

Según palabras del propio Blancpain, en la mayoría de los casos, nuestras pequeñas quejas diarias están basadas en hechos que"vistos con perspectiva no importan y en las que enfocarse es una pérdida de tiempo y energía". A raíz del experimento, Blancpain se dio cuenta de que muchas de las personas que nos rodean son realmente negativas, acumulan queja sobre queja, haciendo de su compañía algo negativo, transmitiéndote con sus palabras toda esa negatividad.

Sinceramente, me parece un proyecto interesante de adoptar, ya no por un mes, sino de por vida.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Otoño, queridísimo Otoño.



Otoño: proviene del dios egipcio Atum que simboliza el sol que se oculta en la tierra.

Muchos son los rituales que desde hace días vengo leyendo para dar la bienvenida a este equinoccio de la forma más espiritual posible... conectar con la Naturaleza, sentirse parte de ella, recibir un nuevo período en el que sentirnos algo más cercanos al entorno que nos rodea... No es mala idea, aunque yo sigo prefiriendo fijar mi vista en esas hojitas que caen mojadas convirtiendo las aceras de nuestras ciudades en una peligrosa pista de deslizamiento, pero que dan a nuestras calles esa estampa tan otoñal, tan bucólica. Me gusta aún más salir al campo, al menos algún fin de semana que otro, y andar por esos caminos de la Naturaleza, la misma que invocamos con los rituales, oliendo a tierra mojada, cogiendo castañas o recolectando níscalos (así los llaman en mi pueblo, aunque técnicamente se trata de "mízcalos").

¿Y qué me decís de esas tardes en las que la lluvia choca en los cristales mientras tú pasas la página de un libro, acurrucada en el sofá?

Así que, cada cual que disfrute como más le guste de la nueva estación que entra... pero con una sonrisa, siempre, porque los cambios, dicen, siempre son para mejor.







martes, 29 de julio de 2014

4 Manías de un lector cualquiera



Mi manía loca es hablar del libro como si fuera algo que en realidad hubiera pasado y que hable como si fuera la cosa más normal del mundo y que de pronto me pregunten "y quien es …?" o "y de donde sacaste que…?" y yo "ups, no has leído el libro verdad? em...léelo".

Así de curioso describe una chica su pasión por la lectura. Se ha sentido tan dentro de la historia que, por un momento, confunde realidad con ficción y comenta su recién acabado libro como si se tratara de una experiencia vivida por ella misma.

En cualquier caso, en nuestra rutina diaria siempre hay cosas de las que estamos convencidos de ser los únicos seres humanos en todo el planeta que lo hacemos. Los lectores no iban a ser menos...


  • Oler el libro que estás leyendo. 

El olor a pegamento, el polvo pegado al lomo, la inestimable fragancia de lo que aún está por descubrir. Huele a emociones... sencillamente, huele bien. Así que, querido lector, siento decirte que no eres el único que se ha acercado ese libro a la nariz y ha aspirado el dulce aroma de las letras...

  • Subrayar frases o anotarlas en un cuaderno a parte.

Por que siempre hay frases que quieres retener en tu recuerdo. Son especiales y no pueden (¡no deben!) quedar en el olvido. 

  • Anotar (también) las bandas sonoras que se mencionan en cada libro.

Algunos autores tienen esa extraña manía de poner una banda sonora a sus escenas. Se trata de una asociación de conceptos con la que juegan y que, de alguna manera, motiva al lector en su faceta más curiosa. Escuchar después aquéllas que no conoces se convierte muchas veces en todo un descubrimiento, ¿no es cierto?

  • Establecer extrañas relaciones entre capítulos de un libro con fragmentos de otro.

Empiezas a recordar que hace dos meses leíste otro libro que mencionaba el mismo yacimiento arqueológico. Sospechas que no puede ser coincidencia. Miras las fechas de edición. No puede ser cierto. Los autores no pudieron conocerse. Con toda probabilidad eres tú el que está creando una relación no existente entre dos hechos que nada tienen que ver... sin embargo, sigue siendo demasiada coincidencia que el cuerno de unicornio aparezca en dos novelas que nada más tienen en común. Desde luego, da mucho juego y aumenta tus expectativas sobre el próximo libro que espera sobre la mesa a que lo empieces a leer.



Por último... un par de consejos:
PD_ Estimadas lectoras: cuídense de no pintarse las uñas de color rojo antes de estrenar un libro.
PD II_ Estimados lectores: tocarse la barba mientras leen no es buena idea.

¡Larga vida a los libros!


lunes, 2 de junio de 2014

Adiós al "Me llena de orgullo y satisfacción..."

Pues nada... que ahora que acabó la Liga y un poquito antes que comience el Mundial... el mejor momento para abdicar. Y en éso estamos. 

Pero, al margen de la broma y sin entrar en la seriedad de la noticia, (que lo es, no lo voy a discutir), se me plantea una duda enorme sobre cómo será el discurso del nuevo Rey de España las próximas Navidades... Perdónenme ustedes por ello, pero no lo puedo evitar. Adiós a aquéllas bonitas palabras de... "me llena de orgullo y satisfacción..." 




Toca esperar el momento... 


jueves, 22 de mayo de 2014

Atrévete a Soñar

¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca.


Ya hace mucho que estos versos comenzaron a llamar mi atención. Si bien la trama de mi vida dista mucho de parecerse a la de Segismundo cautivo en una torre (momento en el que pronuncia las célebres palabras), sí es cierto que muchas veces me siento cautiva en una torre imaginaria que la vida nos va construyendo a base de preocupaciones, problemas sobrevenidos, dificultades y muchos quehaceres. Todos sentimos en algún momento que nos gustaría parar la vida y hacer como que nada de ésto está sucediendo, como que estamos en otro lugar, en otras circunstancias, hasta con otra vida. 

Pues bien, hoy vengo a defender la chiquillería más grande del mundo: la belleza de los sueños.

Soñar es bonito. Anima el alma. Endulza el corazón. Devuelve la fuerza necesaria para seguir luchando cada día por aquéllo que nos hace soñar... un viaje, una pareja, un hijo, un premio, un logro personal o sencillamente aquellos zapatos que vimos hace una semana en el escaparate de la esquina y nos parecieron tan caros como inaccesibles... Soñar no es sólo cosa de niños. 

Una última confesión antes de acabar: yo prefiero soñar con los ojos abiertos. Solo así puedo escoger lo que sueño. Y creedme... algunos de vosotros estáis en mis sueños.

Buenas noches, y.... ¡Dulces Sueños!


Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero.

jueves, 8 de mayo de 2014

Historia de un tonto

Ricardo era guapo. Ricardo era excesivamente guapo. Diríase que era hasta bello. Los eruditos en la materia, caso de existir, hablarían de perfección. Sus rasgos, un conjunto poco coincidente de características peculiares elegidas por la Naturaleza con exquisita delicadeza, realzaban una personalidad… de lo más tonta. Porque Ricardo era tonto. Ricardo era muy tonto. Diríase que no había hombre más tonto en, al menos, miles de kilómetros a la redonda. 

Lo más absurdo era que Ricardo no conocía su tontuna.

Ya después de mucho tiempo y solo habiendo Ricardo observado la escasez de miradas cruzadas con la suya durante su habitual paseo vespertino, cayó un buen día Ricardo en la cuenta obvia: su belleza se había esfumado.

Él que siempre había confiado sus actos a su presencia. Él que nunca tuvo problemas para dejar huella tras de sí… Ahora era uno más en la concurrida y céntrica calle de una capital más. Formaba parte de lo que llamaban “gente común”.

Pero Ricardo no se conformaba. Casi ahogado, sudoroso y con el traje algo arrugado, subió sin descanso los cuarenta y siete peldaños que separaban el portal de la calle de sus ciento quince metros cuadrados de apartamento. Dejando las llaves puestas y la puerta abierta hasta atrás, sin hacer caso alguno del golpe que ésta acababa de dar en la pared estampada del hall, llevó a cabo su único pensamiento, su obsesión: mirarse al espejo. Ciertamente, el espejo no mintió, aunque sí defraudó. Ricardo continuaba siendo guapo, aunque menos que ayer.


Ya solo me queda la tontuna, -pensó Ricardo consciente por primera vez del poco valor de su presencia-, y, arreglándose unas disimuladas arrugas de la solapa, regresó deshaciendo sus pasos a la misma calle por la que se perdió. 


domingo, 30 de marzo de 2014

Dichosa Dicha Digo

Felicidades a todos los que son felices, porque ellos heredarán su mundo. Yo seguiré en mi tristeza, porque de la felicidad fui desheredada. No se preocupen por mí, no pienso llorar... aprendí a dejar de hacerlo, puesto que observé que siempre era en vano y que las lágrimas no son más que agua salada que cae por tu mejilla hasta morir en la comisura de unos labios, resecos de tanto callar. Felicidades a aquellos que sonrían, sigan haciéndolo. Yo la perdí por el camino, tal vez la dejé olvidada. Suele pasar con aquello que se utiliza poco o que se utiliza forzadamente. De todas formas, mis dientes amarillentos agradecen la boca cerrada pues así nadie les ve. Sean felices los que supieron hacer de su vida lo que querían, yo no pude porque nunca dependió de mí. Ustedes que siempre tuvieron las riendas de sus acciones, que estaban siempre donde querían estar y hasta la hora que querían estar, también con quién querían estar, ustedes que tenían claro cuál era su camino y supieron llevarlo a cabo, sean dichosos por ello. Mi vida quedó trabada por una mala malísima elección que pasó su factura, bien cara por cierto, y que aún mi memoria se empeña en cobrar intereses en forma de arrepentimiento. Disfruten de su dicha, sepan apreciar cuánto les da la vida y olvídense de todos aquellos que de igual forma olvidamos lo que era ser escuchado, ser atendido, ser importante para alguien, olvidamos contar con el apoyo de una persona que, siendo importante para ti, no movió un dedo por ti jamás, demasiado ocupada con sus amistades y sus tareas, siempre más importantes que cualquier asunto tuyo. Vivan y sean felices, no vuelvan la cabeza atrás. Porque atrás solo quedan los perdedores, los que nos conformamos con vivir una vida sencilla con lo poco que tenemos, que somos nosotros mismos y nuestras aburridas vidas. Sigan adelante. Tan solo... cuando lleguen al final del día y cierren los ojos, no sientan remordimientos por tantas personas que dejaron atrás y que podrían haber hecho de su felicidad algo más noble y algo más real, con menos jolgorio aunque con mucha más ternura y compañía de lo que su soledad les permitió ver.

Yo hoy cierro mi puerta y dejo que caiga el mundo. Algo así como dejarse caer, sigilosamente, sin que nadie te oiga...